viernes, 4 de abril de 2008

La libertad hindú y la filosofía de Nietzsche


«La liberación es absoluta, inmóvilmente eterna, omniabarcadora como el espacio, ausente de modificaciones, siempre feliz, sin partes, luz en sí misma, un estado en el que no existe ni bien ni mal y menos sus efectos, ni pasado, presente o futuro».
SANKARA, Comentario a los Brahmasûtra
«Para mantenerse en este estado es necesario carecer de intereses que se quieran defender, temeros que se quieran apaciguar, necesidades que se busque satisfacer; se recogen los datos, se disponen en el orden oportuno y, más allá de los recintos donde estamos encerrados, se abre de par en par la inmensa extensión de lo posible».
ELÉMIRE ZOLLA, Uscite dal mondo
«La vida consiste en raros momentos de elevadísima importancia y en innumerables intervalos, en que, en el mejor de los casos, se mueven a nuestro alrededor las sombras de aquellos momentos. El amor, la primavera, toda bella melodía, las montañas, la luna, el mar, todo le habla al corazón su verdadero lenguaje una sola vez, si es que llega a hablar. Porque muchos hombres carecen de aquellos momentos y no son más que intervalos y pausas en la sinfonía de la verdadera vida»
FREDERICH NIETZSCHE, Humano, demasiado humano

Introducción
A fines del siglo XVIII, mientras la herencia de los filósofos de la libertad -J. Locke, A. Smith, J. J. Rousseau, I. Kant- se hacía sentir particularmente en los planos de la economía, la política y la filosofía, preparando de esta manera el camino teórico de las revoluciones europeas, en Occidente se descubre una noción completamente distinta en torno a la libertad, gracias a la traducción de la literatura de los Vedas en la British Library. Esta idea de libertad ocupa un lugar central en la espiritualidad y el en pensamiento indio. Efectivamente todas las filosofías hindúes nos hablan de ella: por el camino del conocimiento (jñana), o también por la devoción religiosa (bhakti), o en definitiva a través del desenfreno amoroso (tantra) se accede a la libertad (moksa). Digamos, inclusive, que el orden social hindú prevé para el ciudadano, una vez que haya cumplido con sus deberes –trabajo, procreación, manutención familiar- el beneficio de poder retirarse al bosque y llevar “libremente” una vida solitaria y de meditación. Esta idea de libertad se conoce como la noción del “liberado en vida” y ha sido estudiada, por ejemplo, por el escritor y pensador E. Zolla. En este sentido una idea sugestiva del autor citado es la emparentar la noción de “liberado en vida” con la filosofía del Superhombre nietzscheana, según una lectura de las conferencias dictadas por Heidegger, que posteriormente llevarán el título de Nietzsche. Siguiendo esta línea interpretativa, y tomando como hilo conductor el análisis de los tres epígrafes señalados más arriba, intentaremos clarificar: a) la noción de “liberado en vida”; b) la manera en que E. Zolla hace extensiva esta noción a prácticas universales del hombre; y c) las vinculaciones entre Nietzsche y la India, según los escritos Ecce Homo y los Fragmentos Póstumos.

El liberado en vida
La palabra libertad/liberación proviene del sánscrito mukti, que a su vez se relaciona con el verbo muc, “desatarse”, “abandonarse”, “librarse”. Su parentesco con otras palabras de origen latino, mulgere, mucus, o el pali muncati, el ruso m’ knuti sja, el anglosajón smugan, “atravesar”, nos hablan de una misma raíz indoeuropea: meug-, como lo que es resbaladizo, húmedo, es decir, la vida que transcurre sin ataduras. ¿De qué se libera el hindú?
En líneas generales todas las corrientes del pensamiento de la India coinciden en ver al mundo, al cosmos, como una ilusión (mâyâ) proveniente de la proyección de la mente de un dios (Brahma), o de la propia ignorancia humana (ajñana). En este último sentido el hombre es ignorante en tanto le atribuye al mundo un status ontológico y una validez lógica de la que carece[1]. Porque haciendo una distinción que nos recuerda a la filosofía parmenidia -cuya visión es la de Sankara y la de los sistemas sâmkhya/yoga- al cosmos no se lo puede considerar la realidad última (sat) porque carece del Ser (asat) -de lo que es uno, inmóvil, autónomo, sin experiencia- y por lo tanto nunca se podría derivar de la ausencia, de su no ser, su realidad -el Ser-. Es por eso que la literatura sagrada de las Upanisad exhorta, ¡Neti, neti! “Tú no eres eso”, cuya finalidad última estribaría en no identificarse con las obras de la creación. En el fondo la creación es devenir: nace y muere. Esta regularidad cósmica también se patentiza en la vida del hindú con la ley del karma: la vida como sufrimiento, muerte, reencarnación se repite indefinidamente. El hindú, entonces, buscará liberarse de la esclavitud de la vida, desuniéndose del cosmos. Porque sabe que el Ser, el sat, se encuentra, en la medida en que se efectúa una inversión de los valores que caracterizan al ser humano. Entonces, practicará el yoga e intentará llegar a «la suspensión de los estados de conciencia», o sea, se purificará de las creaciones del flujo de su psiquis -reflejo que participa, a su vez, del devenir universal-; buscará la detención del ritmo respiratorio, aboliendo la condición humana de la vida del hombre -su condición de no ser (asat)- para asumir la sacciadânanda -el ser (sat), la conciencia (cit) y la beatitud (ananda)-. Este es uno de los caminos para acceder a la libertad hindú.
Pero esta via negativa frente al cosmos -que poco se parece a la visión del mundo de Nietzsche- se contrapone al camino de la devoción (bhakti) y al camino de la pasión (tantra). Efectivamente las escuelas hindúes nos dicen que se ofrece también en ellas la liberación, no mediante una rechazo del mundo sino “renunciando al fruto de los actos humanos”. Se logra transfigurar, ritualizando al cosmos, todo lo que de negativo había en él, y con esto, se logra la liberación. Otro tanto correspondería decir acerca del contacto erótico propiciado por las prácticas del tantrismo, que pretenden alcanzar idéntico fin.
Liberación, entonces, es una noción filosófico-religiosa que nos habla de un estado real de la persona que el hindú busca acceder por estas tres vías.
Sankara decía:
«La liberación es absoluta, inmóvilmente eterna, omniabarcadora como el espacio, ausente de modificaciones, siempre feliz, sin partes, luz en sí misma, un estado en el que no existe ni bien ni mal y menos sus efectos, ni pasado, presente o futuro» Encontramos quizá ciertas correspondencias en las expresiones “no existe ni bien ni mal” así como “ni pasado presente y futuro” con algunas ideas nietzscheanas. Por lo pronto digamos, que esta experiencia está más allá de los cánones de bien y de mal, en tanto que éstos remiten a una tipo de conocimiento de lo real que opera de forma dualista: lo que es bueno o lo que es malo supone siempre su contrario, y genera la dualidad, el devenir. Pero se dice que ese estado escapa al lo que deviene, en tanto “no tiene modificaciones”; esas modificaciones, agreguemos, no se dan ni en lo espacial, “omniabarcadora”, ni en lo temporal, “ni pasado, presente y futuro”.
Para comprender mejor esta referencia del maestro metafísico Sankara nos detendremos en la lectura que hace E. Zolla sobre estas cuestiones[2].

[1] Eliade, Mircea. «La concepción de la libertad en el pensamiento hindú» en La isla de eutanasias. Madrid: Trotta, 2005, p. 67 ss.
[2] En especial a: «Comprendere la liberazione in vita» pp. 130-151, en Zolla E. La filosofía perenne. L´incontro fra le tradizioni d´Oriente e d´Occidente. Milán: Mondadori, 1999; Zolla E. Las tres vías. Tres caminos hacia la liberación: lógica, devoción, ultraje. Barcelona: Paidós, 1997; Zolla E. Uscite dal mondo. Milán: Adelphi edizioni, 1992.

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